Hace cinco años me monté en un carro con el novio de una colega boliviana que estaba haciendo conmigo un postgrado en España. El muchacho en cuestión, cuyo nombre no recuerdo ahora mismo era periodista de viajes. Vendía sus artículos a diferentes revistas españolas y recién había estado en Latinoamérica y particularmente en Venezuela.
Sus palabras fueron las mismas que tú estás diciendo en este artículo.
“que qué me pareció Venezuela, caro, feo y malo”
Y se explayó diciéndome que la comida era carísima, los hoteles sucios, las avenidas abarrotadas, todo muy peligroso.
Yo me quedé callada sabiendo que era verdad.
Y concluyó.
Escribi que no lo recomendaba, no solo porque te gastas mucho dinero, sino porque no vale la pena. Hay sitios más hermosos y económicos.